Hoy os traigo una entrada sobre Hobbes, uno de los teóricos del Contrato Social que hemos estudiado en clase junto a Locke y Rousseau.
La principal obra de Hobbes es Leviathan.
A diferencia de Aristóteles, que definió al hombre como un ser social por naturaleza, para Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre.
En el estado de naturaleza que nos describe, todos los hombres poseen similares características físicas e intelectuales. De esta igualdad surge la esperanza común de poseer aquello que se desea, pero en el momento en el que dos o más hombres desean la misma cosa, nacen la enemistad y la guerra. Cada individuo verá en el otro un rival al que buscará dominar.
Siendo el estado de naturaleza un estado de guerra de todos contra todos, el progreso resulta imposible y cada uno deberá sobrevivir por sus propios medios. Nada es justo o injusto, ya que no existen las leyes. Pero por otra parte, el hombre tiene una inclinación natural a la paz, guiada por el temor a la muerte y el deseo de tener una vida placentera. La razón sirve para encontrar esa paz, y así es como surge el contrato social, que es, básicamente, el acuerdo de no destruirse mutuamente.
Los individuos renuncian a sus poderes y los transfieren a un Soberano o Asamblea, aunque más tarde, Hobbes niega la posibilidad de una Asamblea, ya que habría enfrentamientos como el el estado de naturaleza, por lo que es mejor que todo el poder se concentre en una misma figura.
Hobbes es un fiel defensor de la monarquía absoluta. En su contrato social, todos los poderes se transfieren a un Soberano, que está por encima del pueblo.
El estado de naturaleza no existió realmente en la historia, sirve como hipótesis para reflexionar sobre el funcionamiento de la sociedad humana y ayuda a Hobbes a defender la monarquía absoluta sin tener que apelar al derecho divino.
Ahora bien, el estado de naturaleza está latente en todas las sociedades humanas, y cuando se rompe el pacto que las aglutina, se ven abocadas a caer en el estado de guerra permanente.
Fuera del Estado civil hay siempre guerra de cada uno contra todos. Mientras los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición de guerra de todos contra todos. La guerra no consiste solamente en batallar, sino que en el hombre hay una disposición permanente hacia ella y, cuando la guerra no es manifiesta, siempre se encuentra de forma latente, aún en la sociedad civil
¡Hasta pronto!
-Inés
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